Costa Rica enfrenta un agravamiento alarmante en su tasa de homicidios, proyectándose a alcanzar alrededor de 900 muertes al finalizar el año, traduciéndose en una tasa cercana a 18 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Ello supone un aumento del 43% en comparación con cifras anteriores, colocando al país por encima de Panamá y Guatemala, y cerca de Brasil, en lo que respecta a tasa de homicidios.
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Más del 60% de los casos estarían vinculados con el narcotráfico y a disputas territoriales de estructuras criminales, especialmente en las costas y comunidades urbano marginales, presentando casos de extrema violencia y brutalidad, con el 81% de las muertes ocurridas por arma de fuego. Los jóvenes son predominantemente las víctimas, especialmente aquellos entre 18 y 30 años, con baja escolaridad y residentes de zonas marginales.
La lucha contra el microtráfico, que involucra la disputa de territorios, incluso en áreas pobladas y cerca de instituciones educativas, es uno de los factores que influyen en esta escalada violenta. Cinco de las siete provincias del país ya han igualado o superado las cifras totales de homicidios del año pasado.
