Los buenos hábitos diarios, como dormir adecuadamente y comer saludablemente, no garantizan vivir hasta los 100 años. Si bien benefician la salud, la genética juega un papel crucial en la longevidad.
Según estudios, el 25% de nuestra capacidad de llegar a los 90 se debería a genes, y en centenarios, esta influencia genética podría llegar hasta el 75%. Variantes genéticas específicas, como la apolipoproteína E gen e2, se encuentran en personas centenarias, protegiéndolas de enfermedades como el Alzheimer. La probabilidad de alcanzar una edad avanzada puede preverse observando la longevidad de los familiares.
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Aunque solo el 20% de la población de EE. UU. tendría la genética adecuada para llegar a ser centenaria, los avances médicos han aumentado la cantidad de personas que alcanzan los 100 años.
Las investigaciones actuales buscan medicamentos para prolongar la salud en la vejez. Aunque la genética es crucial, mantener buenos hábitos y relaciones sociales saludables, así como el optimismo y manejo del estrés, también son esenciales para una vida larga.
